Los pintores echan a perder los cuadros porque no saben cuándo la obra está terminada. Le siguen metiendo capas y pinceladas hasta que la joden. Sólo Turner y don Antonio López tienen ese privilegio. El dibujo alcanza un momento en que ya no necesita nada más. Pero si forma parte de una imagen preconcebida, ése momento virtuoso desaparece. Los obsesivos cuando nos detenemos a observar la obra a medio camino, la calificamos de "boceto". Algo no terminado, ni siquiera inconcluso sino un simple eslabón de una obra más demandante y lograda, aunque esa obra no la alcancemos nunca. Hay que aprender a dibujar, a pintar, pero hay que aprender a detenerse. A rendirse. No perderá nada el artista que se detenga. Hay que rendirse ante esa sensación de coitus interruptus. En la vida es igual o peor, porque la vida imita al arte.
Lord Ganesh protege a los libros con lectores
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Publicado en Laberinto gracias a la condescendiente paciencia de José Luis Martínez S.