Naná debuta
como actriz en el papel de Venus y escribe Zolá:
"Algunas manos
batieron palmas, todos los gemelos estaban fijos en Venus. Paulatinamente, Naná
se había ido enseñoreando del público, y en aquel momento todos los hombres
sufrían su dominación. El vaho que ella exhalaba, como el de un animal en celo,
se había ido extendiendo y llenaba la sala. En aquel instante, todos sus
movimientos infundían deseo, un solo gesto de su meñique bastaba para enardecer
la carne. Las espaldas se curvaban, vibrando, como si invisibles arcos de
violín se pasasen por sus músculos; en las nucas se divisaban pelillos que
volaban, movidos por tibios y errantes alientos, venidos de quién sabe qué boca
de mujer. Fauchery veía enfrente de sí al colegial escapado, a quien la pasión
levantaba de la butaca. Tuvo la curiosidad de mirar al conde Vandeneuvres y le
vio muy pálido mordiéndose los labios; a Steiner, cuyo rostro apoplético estaba
a punto de estallar; a Labordette, que asentaba los gemelos con aire
sorprendido de caballerango que admira una yegua perfecta […]. La sala entera
vacilaba, atacada de vértigo, fatigada y excitada, presa de esos deseos
adormecidos de medianoche que balbucean en el fondo de las alcobas. Y Naná, en
presencia de aquel público subyugado, de aquellos mil quinientos espectadores
hacinados, anegados en el abatimiento y en el desorden nervioso de un final de
espectáculo, permanecía victoriosa con su carne de mármol, y con su sexo, lo
suficientemente poderoso para destruir a todo ese público sin sentirse ni
rozado por él.”
Grabado publicado en Laberinto de Milenio Diario gracias a la complicidad de su director José Luis Martínrz S. el sábado 28 de julio del 2012. CAT 476 Lab280712