Nuestra obsesión por conocer el porvenir interroga a los símbolos. Interpretamos a los sueños y sus alucinaciones buscando respuestas en su lenguaje cifrado. Los romanos las veían en las señales de la naturaleza: las entrañas de los animales, el trayecto de la sombra de un águila. Edipo encontró a la profecía huyendo de ella. Con la llegada de la imprenta en el Renacimiento, los incunables se depositaron en las bibliotecas de las universidades y monasterios, la divulgación de conocimiento se multiplicó de forma exponencial. Entonces surgió la adivinación a través de los libros: la bibliomancia. Se hace una pregunta a los hados del destino, como Andrómaca, “Que los hados ejecuten en mi con rigor máximo lo que el verdugo me depara” y abrimos el libro al azar, eligiendo cualquier línea. Ahí está la respuesta. Esto se practicó con la Biblia y con mayor entusiasmo en los libros que la censura prohibía al ritmo que eran traducidos e impresos. Para angustias amorosas las Metamorfosis de Ovidio, para negocios o trabajo la Eneida de Virgilio. Rescatando esta necesidad de saber y satisfaciéndola con la capacidad oracular del arte, el artista gráfico Eko ha publicado el libro Aforismo y Máximas (Editorial Jus). Aforismos y grabados que responden con violencia y sin conmiseración a nuestras preguntas. La línea negra de Eko, que saca la luz con el filo de navajas y cuchillos, crea quimeras, cráneos reventados por su ignorancia, cuervos que devoran las entrañas de esclavos, mujeres que poseen a los hombres con furia y los penetran con espadas. Los grabados terribles de Eko son los infiernos del Bosco, dementes que se regodean en su locura. Estas imágenes son acompañadas con aforismos de su autoría que hacen más lapidario el mensaje. No hay sitio para una interpretación amable, una vez golpeados con el dibujo, nos hiere con la frase. Pero responde la verdad. Porque “el arte es verdad, el arte no miente”. Son 365 obras que desfilan en una macabra puesta en escena que desafía al lector. “No preguntes si no quieres mi respuesta” es la primera línea, con un rostro que se tapa con un manto que imprime una sonrisa cínica. Aceptar la respuesta como parte de este destino que recorremos por la linealidad filosa del tiempo. La sombra de Tántalo, en la tragedia de Séneca se pregunta “¿Por qué asir con mi boca manjares huidizos?”. La respuesta del oráculo es un manjar huidizo, pero si hacemos un recorrido por el libro de Eko, estas respuestas están clavadas y rasgadas en el papel, se niegan a desaparecer, son fatales. Su lenguaje es el de un oráculo que conoce la naturaleza humana en sus pasiones más incontrolables: el sexo voraz y sadiano, el deseo insaciable por el rechazo, el poder político y sus sucios instintos, la prostituida moral de la sociedad. Las respuestas no son complacientes, no pretenden agradar, la verdad no tiene porque ser amable, la realidad nos lleva por experiencias, que en la mayoría de los casos, apenas comprendemos. Es necio querer de un oráculo el optimismo obtuso de quien canta rumbo al abismo. Eko sabe del dolor de la placa que raya, si el medio sufre, ¿por qué el mensajero ríe? Porque hasta del sacrificio sacamos un estertor.
Crítica de arte; entre sus líneas de investigación están la pintura europea y el mercado del arte