
Los dibujos que colgué en salón principal del Café 22 fueron descolgados. Los asiduos se escandalizaron de las imágenes explícitas de penes y coños que colgaban de las paredes. Hoy que podemos ver cotidianamente asesinatos y decapitados por miles, que escuchamos como la impunidad es la forma de relacionarse con la ley, recrear el cuerpo humano y nuestra sexualidad es repudiado como un delito. Hasta que no seamos capaces de mirarnos, no seremos capaces de enfrentar nuestros problemas. Estoy consciente de que mi obra, más que nada exhibe los prejuicios y las limitaciones de la sociedad, y corro ese riesgo cada vez que expongo. Mi trabajo seguirá adelante, la censura no es una fuerza capaz de detenerme. Ustedes son testigos de esta situación y por eso les agradezco su complicidad al asistir a la exposición.