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El súcubo y el íncubo penetrándola. Por la espalda y por el ano. |
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Tapemos la cara pero salvemos el peinado. La copa de sangre, ese lugar común, frase hecha, se va a la mierda. El íncubo chupando la médula espinal. |
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El enano también se va; basta de cursilería orínica. |
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Aparecen los amantes, él tragándose los pies, el fetichismo absoluto. |
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No funciona. Los amantes deben ser igualitarios. Más allá que compartir la obsesión. |
La única manera para que los amantes no nos abandonen, es cortándoles los pies. Comiéndolos, masticando los ligamentos metartasianos, las falanges. Perdiendo los pasos que nos juntaron, para que no haya camino de salida.
Publicado en Laberinto gracias a la tolerante paciencia de José Luis Martínez S.