Ninguna emperatriz se entrega así a su león. Por eso es un mal dibujo, no hay sometimiento, no hay emoción.
Desapareció el león y apareció la cara de la Emperatriz y en una esquina dibujé una cortesana ornamental. En lugar del león está un cuerpo tibio a su servicio.
Borré la ornamentación, es basura. Hay que concentrarse en la Emperatriz que amenaza o acaricia los genitales del incógnito y observa como se llena la copa de sangre. La escena está completa.
Publicado en Laberinto gracias a la concupiscente tolerancia de José Luis Martínez S.