La idea empieza a perderse al traducirla en imagen desde el primer trazo. Y al entintar el trazo, desaparece casi totalmente. La idea difícilmente sobrevive la triple traducción. El impulso de capturar la idea con un trazo, es como la memoria que trata de capturar el sueño. A medida que se va concretando el trazo, buscando fijar en una forma esa idea, se va alejando y al entintar está irremediablemente perdida. No queda nada de ella. Ése es el valor del boceto y del dibujo espontáneo que apreciaron en el Renacimiento. Aquí se ve la búsqueda y la pérdida del camino:
Empieza la tinta, y empiezan los parches... ¿Dónde quedaron las expresiones capturadas en el trazo?
Se perdieron, la tinta no logró capturarlas. Se fue por otro camino y ofreció una alternativa. El espectador nunca sabrá de la pérdida de la idea original. No lo sabe, pero la intuye...
Eko Ex Libris Dido, Eneas y Belinda |